¿Reconocemos nuestras emociones?
Hicimos el curso comentado en el post anterior. Fue pasado 19 de mayo en el Hotel Durango, organizado por SPRI y por Euskalit dentro del programa 21Sarea. Hablamos de Orientación al Cliente y al Mercado (post anteriores 1, 2 , 3, 4).
En uno de los ejercicios nos preguntamos “¿Cómo compramos? ¿de qué modo tomamos nuestras decisiones como compradores?”. La pregunta la podemos ampliar a todos los ámbitos de nuestra vida, “¿cómo nos relacionamos, de qué modo tomamos nuestras decisiones en el mundo del ocio, del trabajo, de la política, de la participación ciudadana, etc.?”. Y las repuestas a estas preguntas giran en torno a dos polos: somos seres racionales, analíticos, calculamos nuestros pasos a partir de datos ... o por el contrario somos seres intuitivos, un poco irracionales, un poco imprevisibles, básicamente emocionales.
Después de hacer esta pregunta a un grupo de treinta personas me surgen de modo intuitivo, que no racional, algunas conclusiones:
- Nos reconocemos intuitivos y emocionales en unos campos pero no en otros. Somos intuitivos cuando seleccionamos una música o una prenda de vestir pero no lo somos (no nos reconocemos) cuando compramos una máquina de trabajo o un programa informático.
- Las mujeres se reconocen más intuitivas que los hombres, especialmente en estos campos donde menos importancia teórica tienen las emociones. En otras palabras, las mujeres reconocen mucho más que los hombres que se dejan influir por sus emociones, también cuando deciden la compra de una máquina o un programa informático.
- No siempre entendemos bien la pregunta. Reflexionar sobre el hecho de que decidamos algo de un modo no racional supone, para algunas personas, un problema en sí mismo. En otras palabras, vamos por la vida convencidos de que todas nuestras decisiones tienen una justificación racional, basada en datos.