Los intentos ¿fallidos?
La semana pasada hablamos de los modos de avance de las organizaciones hacia modelos basados en el conocimiento. Flota un cierto sentimiento de duda sobre las posibilidades de transformación. Julen nos propone su visión:
Yo no creo que debamos "transformar" tomando como partida la empresa actual. Hay que cambiar las condiciones de partida para que las personas juguemos a calzón quitado … necesitamos aire fresco, un punto de partida diferente, un reparto del poder no tan insultantemente asimétrico como el que se da en la empresa actual.
Alfonso le contesta a Julen incorporando a Berlanga:
El problema no está en cambiar –por cambiar- las organizaciones ni en modular a las personas para que sean diferentes, ya que esto es una “tarea” sin solución posible. Si Berlanga conociese este “nuestro mundillo”, seguro que se le ocurriría hacer una película en la que el “coach” de moda imparte cursillos a las prostitutas del pueblo para que, además de alquilar su cuerpo al cliente, le den deseo y pasión, “automotivándose” para ello, y así incrementen su “competitividad”.
El tema de fondo está en la mutación histórica que se ha producido en la esencia del trabajo y las brutales contradicciones … entre el trabajo cognitivo en expansión y las relaciones de producción ...
Hace unos días conversaba con el gerente de una pyme muy relacionada con el sector de la construcción y en situación muy delicada, con amenaza de cierre. Me hablaba de un proceso de coaching personal que le había cambiado algunas ideas. Las había aplicado, aceptando el principio de que todos trabajamos de modo interdependiente pero nadie es dependiente directo de nadie; todos sabemos lo que tenemos que hacer. Mi amigo gerente vive el cambio con esperanza; cree que de no haberlo realizado el cierre era obligado.
Espero que a mi amigo le vaya bien, pero los intentos de cambio acaban a veces como el “rosario de la Aurora”, con “jefes” más convencidos aún de que la única solución es la dependencia, el control. Pero aún en esos casos creo que el intento no es inútil porque muy probablemente las personas que han vivido el intento habrán dado un paso adelante en su pensamiento, en relación con lo que pueden hacer dentro en la empresa, o fuera de ella.
Siguiendo con el ejemplo de Alfonso, se me ocurren varios posibles finales para la peli de Berlanga: las prostitutas se hacen psicólogas y montan un taller de emociones; o motan una consultora y van a las empresas a hacer coaching, que un poco de buen sexo en el trabajo no viene mal; o deciden que mejor se dedican a otra cosa. No imagino que hagan exactamente lo mismo que antes de la visita del coach. Yo por decir que no quede.