sábado, diciembre 08, 2007

Sacerdotes


Me vienen a la mente tres sacerdotes que han desarrollado actividades encomiables fuera del ámbito religioso. Yo desde mi alma agnóstica, intuyo que ellos también incluirán dentro de su tarea apostólica su labor fuera del templo, pero yo prefiero comentar estos casos en un nivel puramente laico.

Los tres casos tienen en común sus acciones en el ámbito empresarial. Acciones con un fin social, que se han convertido en tres sólidas realidades empresariales. Los tres se han puesto manos a la obra, olvidado de decir a los demás lo que tienen que hacer. Bravo.

El primero es José María de Arizmendiarrieta, fundador de MCC Mondragón Corporación Cooperativa. Yo pertenecí durante varios años a este grupo y escuche muchas conversaciones sobre su figura. El primer relato describe como unos obreros se quejan de las condiciones que les impone el empresario a lo que Don José María les espeta: “no os quejéis, hacer vosotros una empresa”. De este modo tan simple nació en movimiento cooperativista de Mondragón. Cuentan los históricos que a partir de este momento le seguían con fe ciega pero con escasa comprensión de sus decisiones, por ejemplo cuando se le ocurrió que había que crear una caja de ahorros. “Nosotros hacemos cocinas ¿qué es eso de ser banqueros?”.

El segundo sacerdote empresario es Luis de Lezama, fundador de “La taberna del Alabardero”, una cadena de restaurantes para dar trabajo a chicos con problemas de inserción social. De los tres es el que menos conozco, pero hace unos días le escuche por la radio en una entrevista y me quedé con una frase. La entrevista era por la mañana y al acabar se comentó que acudiría a una celebración religiosa con un banquete. “Con el trabajo que usted tiene, será de buen comer” le propuso la entrevistadora, a lo que –en mi recuerdo- Luis contestó “Si que me gusta pero las personas somos también nuestra propia imagen y no es adecuado ser un sacerdote gordo y mofletudo, por lo que me cuido bastante”.

Tercer caso: Txomin Bereziartua, creador de la Fundación Novia Salcedo, dos veces Premio Europeo de EFQM, en 2005 por Orientación a Cliente, y en 2007 por Liderazgo y Constancia en los objetivos. Txomin es el único de los tres que conozco personalmente. Conozco también las situaciones que se produjeron en el inicio de esta fundación, que me llevan a pensar que este tipo de proyectos son totalmente inviables sin una cierta dosis de insensatez. Eso si, siempre con la mejor de las sonrisas, como en la foto junto a Jaime Mayor Oreja.

Un último recuerdo para otro sacerdote, recientemente fallecido, y que también conocí personalmente en muchas ocasiones, Don Anastasio Olabarria. Tasio no era empresario, solo sacerdote, pero diferente. No ejercía con la espada del pecado y el perdón, solo con la sonrisa y el respeto. Una persona que transmitía paz.

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