Las creencias de mis vecinos
Este mes de agosto he visitado la India (Rajastan, Agra, Benares y Delhi). Supongo que no es muy original en estas fechas escribir sobre las vacaciones, pero es lo que hay. Escribo solo cuando me apetece y ahora me pide la mente contar algo sobre mi viaje.
La India que yo he conocido, obviamente como turista, es un lugar inmenso desde muchos puntos de vista: por las personas, por sus tradiciones, por sus ganas saltar estas tradiciones, por su comida, por su clima, por el regateo, por la religión, ...
Los dioses y la religión están en todas partes, en los camiones, las estaciones de tren, en todos los rincones de las calles, en los comercios, en las puertas de las viviendas, en la forma de vestir y de actuar de las personas, etc. Recuerdo hace muchos años puertas de viviendas con imágenes del Sagrado Corazón, pero hoy no conozco a nadie que las mantenga.
Para mis ojos y mis oídos de turista extasiado, su religión es un poco diferente; nada es obligatorio ni excluyente, cada persona decide los dioses con los que se relaciona y el modo en que se relaciona; no es obligatorio ir a los templos ni a nadie le parece mal que los demás oren a otros diferentes dioses. La religión es festiva y colorista: al templo se va con ofrendas de comida, con flores, con canciones. Tiene un punto cercano que yo no encuentro en “mis” templos, donde escucho sobre todo exclusiones, amenazas y manifestaciones de culpa.
Tal vez su religión sea el mejor bálsamo para un inhumano sistema de castas, muy presente a pesar de que la constitución india declare la igualdad de todos sus ciudadanos. Pero yo no imagino un país cristiano, árabe o judío en el que se acepten otras creencias distintas, justo en la puerta de al lado. Ni creencias religiosas ni de ningún otro tipo.
PD: La imagen es de un amuleto, habitual en las entradas a las casas. Un elemento más de su sistema de creencias.
La India que yo he conocido, obviamente como turista, es un lugar inmenso desde muchos puntos de vista: por las personas, por sus tradiciones, por sus ganas saltar estas tradiciones, por su comida, por su clima, por el regateo, por la religión, ...
Los dioses y la religión están en todas partes, en los camiones, las estaciones de tren, en todos los rincones de las calles, en los comercios, en las puertas de las viviendas, en la forma de vestir y de actuar de las personas, etc. Recuerdo hace muchos años puertas de viviendas con imágenes del Sagrado Corazón, pero hoy no conozco a nadie que las mantenga.
Para mis ojos y mis oídos de turista extasiado, su religión es un poco diferente; nada es obligatorio ni excluyente, cada persona decide los dioses con los que se relaciona y el modo en que se relaciona; no es obligatorio ir a los templos ni a nadie le parece mal que los demás oren a otros diferentes dioses. La religión es festiva y colorista: al templo se va con ofrendas de comida, con flores, con canciones. Tiene un punto cercano que yo no encuentro en “mis” templos, donde escucho sobre todo exclusiones, amenazas y manifestaciones de culpa.
Tal vez su religión sea el mejor bálsamo para un inhumano sistema de castas, muy presente a pesar de que la constitución india declare la igualdad de todos sus ciudadanos. Pero yo no imagino un país cristiano, árabe o judío en el que se acepten otras creencias distintas, justo en la puerta de al lado. Ni creencias religiosas ni de ningún otro tipo.
PD: La imagen es de un amuleto, habitual en las entradas a las casas. Un elemento más de su sistema de creencias.