Animales rumiantes y “despuestas”
Las conversaciones tienen a menudo una “post conversación interna”, todo lo que viene a nuestra mente una vez que la conversación externa ha finalizado. A menudo somos animales rumiantes, que digerimos nuestras conversaciones en dos etapas, recordando lo que la otra persona nos dijo, lo que nosotros dijimos, las emociones que todo ello nos suscitó y las consecuencias de la conversación mantenida. Si la conversación es importante, puede que la tarea de “rumiado” sea larga, hasta en ocasiones casi eterna.
Ayer a la tarde estaba oyendo la radio (Carles Francino en la SER) y hablaban, en una sección de definiciones imposibles, de la “despuesta”, esa respuesta genial que se nos ocurre tarde, cuando la conversación ya ha terminado. Un comentario brillante, que tal vez nos habría ayudado en la conversación y que no surgió porque no nos atrevimos o vino tarde a nuestra mente, cuando el momento ya había pasado.
¿Qué podemos hacer con la “despuesta”?, ¿llamar a la persona o mandarle un email? ¿o guardar para futuras conversaciones?. Mi opinión es que no, lo mejor olvidarla, las conversaciones futuras serán otras, distintas. Las mejores conversaciones son a menudo las menos planificadas, las más imprevistas.
Es difícil dejar de ser un animal rumiante, pero tal vez merezca la pena intentarlo, opino. Se puede conversar sobre ello.
Ayer a la tarde estaba oyendo la radio (Carles Francino en la SER) y hablaban, en una sección de definiciones imposibles, de la “despuesta”, esa respuesta genial que se nos ocurre tarde, cuando la conversación ya ha terminado. Un comentario brillante, que tal vez nos habría ayudado en la conversación y que no surgió porque no nos atrevimos o vino tarde a nuestra mente, cuando el momento ya había pasado.
¿Qué podemos hacer con la “despuesta”?, ¿llamar a la persona o mandarle un email? ¿o guardar para futuras conversaciones?. Mi opinión es que no, lo mejor olvidarla, las conversaciones futuras serán otras, distintas. Las mejores conversaciones son a menudo las menos planificadas, las más imprevistas.
Es difícil dejar de ser un animal rumiante, pero tal vez merezca la pena intentarlo, opino. Se puede conversar sobre ello.
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