Cuarto taller de conversaciones y el “escuchómetro”
Cuarto taller abierto de conversaciones con clientes. Inicialmente previsto para mayo, y aplazado hasta este pasado miércoles, 17 de junio. Agradecer la presencia y las aportaciones de Ainhitze, Terese, Iñaki, Juan, Christoph y Javier. Son ya 30 asistentes entre las cuatro ediciones; muchas aportaciones que hacen que del taller actual un resultado colectivo.
Como en otras ocasiones, lo mejor valorado son las grabaciones en video de las conversaciones realizadas; vernos a nosotros mismos en una conversación, convertirnos en observadores de nuestro modo de hablar, mirar, escuchar, estar, etc. Somos nuestros peores jueces, los más severos; en varias ocasiones la percepción de tranquilidad y de saber estar no coincide entre el protagonista y el resto de observadores “Los demás me ven como una persona tranquila pero yo no lo estoy”.
Tengo también la sensación de que el mensaje de la escucha es complejo de asimilar. El taller pivota sobre una idea simple: primero escuchar, dejar el protagonismo de la conversación en nuestro interlocutor/ra, para posteriormente –siempre a partir de la escucha- proponer. Una idea que se entiende y se acepta, pero que a menudo se aplica de modo limitado. Tendemos a realizar escuchas breves, de cortesía, sin intención de entrar en el contexto de lo que nos dice para, posteriormente, proponer, centrar nuestras energías en la explicación de nuestros argumentos.
Estoy pensando en crear un “escuchómetro”, a modo de máquina infernal con la que medir el grado de escucha de las conversaciones que realizamos. No se me ocurre todavía cómo pero quedo abierto a propuestas.
Como en otras ocasiones, lo mejor valorado son las grabaciones en video de las conversaciones realizadas; vernos a nosotros mismos en una conversación, convertirnos en observadores de nuestro modo de hablar, mirar, escuchar, estar, etc. Somos nuestros peores jueces, los más severos; en varias ocasiones la percepción de tranquilidad y de saber estar no coincide entre el protagonista y el resto de observadores “Los demás me ven como una persona tranquila pero yo no lo estoy”.
Tengo también la sensación de que el mensaje de la escucha es complejo de asimilar. El taller pivota sobre una idea simple: primero escuchar, dejar el protagonismo de la conversación en nuestro interlocutor/ra, para posteriormente –siempre a partir de la escucha- proponer. Una idea que se entiende y se acepta, pero que a menudo se aplica de modo limitado. Tendemos a realizar escuchas breves, de cortesía, sin intención de entrar en el contexto de lo que nos dice para, posteriormente, proponer, centrar nuestras energías en la explicación de nuestros argumentos.
Estoy pensando en crear un “escuchómetro”, a modo de máquina infernal con la que medir el grado de escucha de las conversaciones que realizamos. No se me ocurre todavía cómo pero quedo abierto a propuestas.
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