La fiesta de Asier
Asier Gallastegi es un consultor y amigo que se define a sí mismo como ”enredador”, una palabra con significados diversos, casi contradictorios. Suena casi como insulto “¡eres un enredador!”, pero no lo es si lo entendemos como alguien que crea nudos, relaciones, contactos, ...
Asier nos invitó a una fiesta para celebrar el quinto aniversario de su proyecto de enredar “Konpilatzen”. Había que llevar dos cosas, un poco de hambre y un objeto para hacer un pequeño juego, una exposición de elementos relacionados con los ámbitos de actividad de Asier: educación y aprendizaje, ciudadanía, organizaciones y equipos, sistémica, escucha y narrativa, innovación, tecnología y cambio.
Yo lleve un pingüino de plástico que utilizo en ocasiones como representación física de los clientes. Muchas veces hablamos de ellos sin saber muy bien que es lo que piensan. Por eso, en ocasiones viene bien ponerles físicamente en la conversación para preguntarles “¿Y tú, qué opinas?”. El pingüino no contesta mucho, pero a veces solo con cambiar el tiempo verbal, ya parece que la cosa cambia.
No obstante, en la fiesta fue sobre todo útil lo primero: el hambre y las ganas de pasarlo bien conversando y compartiendo canapés e ideas. En los funerales, suele surgir un deseo que normalmente no se realiza: “a ver si quedamos en otros momentos”. Por eso es muy de agradecer la convocatoria enredadora de Asier.
Asier nos invitó a una fiesta para celebrar el quinto aniversario de su proyecto de enredar “Konpilatzen”. Había que llevar dos cosas, un poco de hambre y un objeto para hacer un pequeño juego, una exposición de elementos relacionados con los ámbitos de actividad de Asier: educación y aprendizaje, ciudadanía, organizaciones y equipos, sistémica, escucha y narrativa, innovación, tecnología y cambio.
Yo lleve un pingüino de plástico que utilizo en ocasiones como representación física de los clientes. Muchas veces hablamos de ellos sin saber muy bien que es lo que piensan. Por eso, en ocasiones viene bien ponerles físicamente en la conversación para preguntarles “¿Y tú, qué opinas?”. El pingüino no contesta mucho, pero a veces solo con cambiar el tiempo verbal, ya parece que la cosa cambia.
No obstante, en la fiesta fue sobre todo útil lo primero: el hambre y las ganas de pasarlo bien conversando y compartiendo canapés e ideas. En los funerales, suele surgir un deseo que normalmente no se realiza: “a ver si quedamos en otros momentos”. Por eso es muy de agradecer la convocatoria enredadora de Asier.
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