Ordenar en el caos
La semana pasada acudí, un poco por curiosidad, a una charla organizada por Enpresa Digitala con el título “Gestión del ciclo de vida de producto (PLM): Soluciones y casos de éxito”. Álvaro Lizarralde de AyS nos explicó lo que es un PLM (Product Lifecycle Management) que podría resumirse en una aplicación con la que gestionar todas las tareas relacionadas con el proceso de creación, revisión, actualización, adaptación, personalización ... de productos físicos.
Cuanto más grande es una organización, más complejo es el proceso de desarrollo tanto porque son muchos los documentos que se van generando como porque son también muchas las personas afectadas. Álvaro nos puso el ejemplo de un cambio en un plano de una pieza que no llega a tiempo a compras, que realiza un pedido sobre el plano antiguo lo que genera un montón de material destinado a la chatarra.
Yo no conocía lo que era un PLM pero si un CRM (Customer Relationship Management), que en ambos casos son dos aplicaciones que pretenden ser una ayuda en la gestión de actividades complejas, las relaciones con los clientes en el caso del CRM y el proceso de diseño en el caso del PLM. Dos ámbitos de actividad con una característica común: se desarrollan habitualmente de un modo caótico y la planificación de tareas es más un deseo que una posibilidad, dado que el número de sucesos imprevistos es muy elevado.
Ordenar el caos es un objetivo imposible de alcanzar de modo totalmente satisfactorio pero en todo caso totalmente necesario. Lo que no tengo tan claro es que PLM y CRM tengan que ser dos tareas separadas, dado las relaciones con los clientes y el desarrollo de productos son dos ámbitos totalmente relacionados. En otras palabras, no son dos caos distintos sino las dos caras de un mismo caos.
Cuanto más grande es una organización, más complejo es el proceso de desarrollo tanto porque son muchos los documentos que se van generando como porque son también muchas las personas afectadas. Álvaro nos puso el ejemplo de un cambio en un plano de una pieza que no llega a tiempo a compras, que realiza un pedido sobre el plano antiguo lo que genera un montón de material destinado a la chatarra.
Yo no conocía lo que era un PLM pero si un CRM (Customer Relationship Management), que en ambos casos son dos aplicaciones que pretenden ser una ayuda en la gestión de actividades complejas, las relaciones con los clientes en el caso del CRM y el proceso de diseño en el caso del PLM. Dos ámbitos de actividad con una característica común: se desarrollan habitualmente de un modo caótico y la planificación de tareas es más un deseo que una posibilidad, dado que el número de sucesos imprevistos es muy elevado.
Ordenar el caos es un objetivo imposible de alcanzar de modo totalmente satisfactorio pero en todo caso totalmente necesario. Lo que no tengo tan claro es que PLM y CRM tengan que ser dos tareas separadas, dado las relaciones con los clientes y el desarrollo de productos son dos ámbitos totalmente relacionados. En otras palabras, no son dos caos distintos sino las dos caras de un mismo caos.
2 comentarios:
Al final se trata de manejar información y, claro, lo primero que se nos ocurre es, sea como sea, registrarla. Pero en muchas ocasiones lo más interesante rula en tácito. CRM, PLM o lo que sea siempre son intentos loables pero una cosa es almacenar y otra hacer fluir. Y lo que interesa es hacer fluir, ¿no?
Razón tienes Julen, y lo más peligroso es pensar que por tener una aplicación de estas no nos interesa potenciar lo que comentas, el que fluya lo tácito.
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