Notoriedad y silencio
Esta semana he estado en dos actos con mucho “power point”, mucha presentación, muchas ganas de contar y convencer. La competencia en el púlpito es mucha y solo con buenas ideas no vale, hay que hacer un show. En Vitoria, con la Cámara de Álava, un señor vestido de negro nos contó chistes malos y de dudoso tono, “una mujer recatada es el tercer tipo de mujer, sin catar, catada y recatada” . Una charla interesante, no se si a pesar o por los chistes. En Zamudio, con Euskalit, un ponente nos pidió ponernos a dar saltos.
Sucede en todos los ámbitos y no es nuevo, un buen producto o servicio necesita destacar en el océano de mensajes. Tenemos que hacer ruido para que se fijen en nosotros; si después les fallamos no volverán pero si no hacemos ruido no vendrán. Pero generar notoriedad es una tarea imprevisible. Es como cuando alguien cuenta un chiste, puede que los demás no lo escuchen o que no lo entiendan o que lo entiendan al revés.
Los medios de comunicación y las personas con proyección pública tienen obviamente las mayores posibilidades de hacer ruido, y por ello una mayor responsabilidad. Hace unos días estaba yo viendo en la tele una información sobre un humanoide que había asesinado a balazos a varias personas. Había grabado previamente en video un simulacro y los periodistas lo presentaron ante la audiencia junto con otro video anterior, realizado en las mismas condiciones. Contaban que se había inspirado en este video para realizar el suyo. Yo pensé, bueno no hay dos sin tres y alguien estará viendo las diferencias a ver si las mejora. Un horror.
Pero con esto del 2.0 y las nuevas tecnologías se amplían las posibilidades. Todos somos emisores, receptores y reboteadores de mensajes, con lo que nos tenemos que hacer nuevas preguntas ¿de que escribo? ¿me planteo alguna limitación?. Hace unos días Iñaki Murua escribía sobre la necesidad de hacer callar el ruido. A mi me queda solo una conclusión: el silencio, no hablar, escribir o participar en nada que se relacione o sea consecuencia de las acciones y los objetivos de cualquier persona o grupo que se atribuya la capacidad de no respetar la libertad de los demás.
8 comentarios:
Según iba leyendo me vino la imagen del niño que no quiere comer y de la mamá haciendo el avión, la abuela chalitos, chalitos y los hermanos bailando y tocando el sonajero, así somos...
Recordaba al leer tu comentario algunas presentaciones en las que la forma lo llenaba todo, el contenido desaparecía tras ella. Me parece que se ha avanzado mucho en la forma de realizar las presentaciones, conferencias, etc. Cada vez se encuentra uno con menos "ladrillos" pero empiezan a proliferar en exceso los reyes del espectáculo. Creo que hay que esforzarse en buscar un equilibrio entre ambos extremos.
Yo también estuve en la sesión organizada por la cámara de comercio y sentí algo similar a lo que tu dices.
Como bien dice Enrique es una cuestión de equilibrio. Hay que saber llegar a la gente y no aburrir, pero también hay que tener "algo" que contar y no solo humo.
Sin olvidar que a veces el silencio también puede desafinar ;-)
Un equilibrio casi imposible, sobre todo para las personas con mayor proyección pública.
El resto podemos hacer el avión o cantar un fado o simplemente callar. No acabo yo de tener claro cuando desafinamos.
Y te garantizo que lo peor está por venir: mañana acudirás a la conferencia sobre ... y el individuo ese, volverá a soltar el mismo chiste, empleará docena y media más de diapos, todas ellas con el mismo formato que ya viste, y, probablemente llevará el mismo traje.
Me lo contarás o si quieres, me lo cantas.
un saludo,
Siempre queda la esperanza, anónimo o anónima lectora.
A mi, anónima, German, sólo me queda la esperanza de que una voz interior nos despierte cada mañana indicándonos que debemos innovar el discurso, la forma, la vestimenta, el impulso y el ritmo, entre otros. El aburrimiento de los receptores es un tema poco tratado.
Ahora bien, sé que esa voz, no nos dice cómo llevarlo a cabo. Ahí, imaginacion y vision.
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