martes, mayo 28, 2019

Clientes potenciales futuros

Durante los últimos meses he estado colaborando con Anbiolab, una nueva empresa que se define a través de “la innovación y el desarrollo de los análisis biomoleculares, en sectores como alimentación, medio ambiente, ganadería y agricultura”. Su tarea es explorar las posibilidades de los nuevos análisis genéticos en campos distintos de la salud humana, especialmente el medio ambiental. La vocación les viene en sus genes, nunca mejor dicho en este caso ;<) porque surgen de Anbiotek, con muchos años de experiencia en la vigilancia medioambiental de ríos y lagos.

Mi tarea con ellos ha sido analizar el mercado potencial de su actividad. Los estudios de mercado se desarrollan mediante diferentes preguntas en torno a la figura del “cliente potencial”: ¿quiénes pueden ser? ¿en qué están interesados? ¿cuántos son? ¿qué podemos ofrecerles que nos distinga? …

En este caso, a la figura habitual hay que añadirle un nuevo calificativo “cliente potencial futuro”, por ser mercado “en construcción”. Para algunos posibles clientes, la genética es un campo de posibilidades por descubrir y también de incógnitas. Con ello, las preguntas habituales de un análisis de mercado se hacen mucho más complejas. Sin respuestas claras, se hace más necesaria una postura de vigilancia y pedagogía; vigilancia para la detección de las nuevas posibilidades que irán surgiendo en el proceso y pedagogía para explicar estas posibilidades (y también sus limitaciones) a clientes no expertos.

Los éxitos de los nuevos lanzamientos empresariales tienen mucho que ver con un buen análisis de las condiciones del mercado y también con la preparación, la creatividad y la energía del equipo promotor. Diría aun más; en algunos casos esta energía ha sido capaz de generar resultados positivos en condiciones poco favorables de mercado. Desde este punto de vista, auguro muy buenos resultados para el proyecto de Anbiolab.

lunes, mayo 13, 2019

Mi padre es pastor

El titular anuncia las caras de extrañeza de un grupo de escolares ante la descripción del trabajo de su padre por parte de uno de ellos. La anecdota fue narrada en una reunión con jóvenes agricultores y ganaderos alaveses pertenecientes al sindicado UAGA, y en la que participé como dinamizador.

El objetivo de la misma era promover acciones con las que atraer a los jóvenes al campo. Ir contra corriente, o mejor contra el mensaje habitual: “la tarea en el campo es dura y mejor te buscas algo fijo en la ciudad, que aquí nada es fijo: ni el horario, ni los ingresos, ni las vacaciones, …”

La anécdota pone de manifiesto la distancia que nos separa del mundo rural. A pesar de ello, nos reunimos con un buen grupo de jóvenes que han decidido hacer del campo su trabajo, buscando la rentabilidad por diferentes caminos: unos, a través del crecimiento y la especialización en pocos cultivos; otros, mediante la diferenciación, la transformación y la venta directa.

Buscar la rentabilidad a través del volumen de producción parece el camino natural, pero a la vista de la experiencia no es el único. Allí se presentaron algunas explotaciones rentables, basadas en otros criterios: un pastor que, además de queso, organiza visitas guiadas a su instalación o un agricultor que, en una parcela pequeña (en proporción al resto) cultiva diferentes hortalizas y legumbres que vende directamente a pequeños comercios y particulares.

Desde la ciudad sentimos el campo como un espacio vivido unicamente para descansar y disfrutar del paisaje. La mayoría de los que allí estaban son hijos/hijas de agricultores que han decidido seguir en el campo porque, en la búsqueda de oportunidades de trabajo, esta puede ser una buena opción.

¿Es posible que también sea para algunos urbanitas?

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