miércoles, abril 09, 2008

Los clientes de la música







Hace unos días publicaba Mikel Mesonero un post en el que rompía pudores escribiendo sobre su afición: el fútbol. Yo comparto este mismo pudor inicial, no me gusta escribir en este blog sobre temas demasiado personales, tal vez porque no me apetece contar mi vida a personas que no conozco. No obstante, José Julio, que es capaz de escribir sobre su propia enfermedad (grave) a pocos días de haberla sufrido, me dice que ya me vale, que solo escribo de clientes.

Bueno, hoy tecletearé sobre otra cosa, sobre la música. Las personas nos emocionamos por muy diferentes motivos. Por quienes nos rodean, especialmente cuando nos enamoramos o nos reproducimos. Pero también podemos emocionarnos con una puesta de sol, una buena chuleta, la victoria de “nuestro” equipo, un cuadro, o incluso cuando somos capaces de acabar un crucigrama.

Yo me emociono con la música. No sucede a menudo pero si en algunas ocasiones, y con músicas de diferentes características: clásica, opera, jazz, etc. En algunos momentos provoca en mi emociones que no soy capaz de controlar. Intuyo que mi propio estado anímico es parte importante, pero también depende de la calidad de la música que escucho. Algunas interpretaciones son memorables, tanto por el dominio técnico de los músicos como sobre todo por su capacidad de transmitir emociones. Es como un actor, que es capaz de vivir un papel, después de memorizarlo.

Me emociono con la música pero solo cuando la escucho en directo. En una música grabada no hay posibilidad de emoción, no hay una relación directa. La persona que interpreta, que canta, que toca un instrumento se “alimenta” de las sensaciones de las personas que tiene delante, del mismo modo que estas personas se “alimentan” de la música que reciben. Una excelente sesión musical es el resultado de las dos partes.

Por ese motivo son importantes los aplausos y los gritos del público. Hasta las pataletas son importantes. Son el alimento del músico. En los conciertos y funciones de opera hay siempre personas que se van sin aplaudir, justo en el momento en que acaba la música. Tal vez no les haya gustado la función, o tal vez tengan prisa por hacer otras cosas. Para mi están robando el precio de lo que han recibido, del mismo modo o peor que si no hubieran pagado la entrada.

La relación con el público es fundamental. Recuerdo la película “Amadeus”; una representación de “La Flauta Mágica” en la que el público asiste como a una fiesta en la calle, comentando, moviéndose, ... no como ahora, en silencio. Si esta era la forma habitual de representar ópera en el siglo XVIII, no puedo por menos pensar en el paralelismo con un concierto de rock actual, en el que hay una relación continua entre público e interpretes. Casi lo mismo que en un partido de fútbol.

Al final no puedo dejar de hablar de clientes (ya lo siento José Julio). La música con emoción existe porque hay personas que quieren comprarla, con su dinero y con sus aplausos, con lo que sea, pero sin esta relación bidireccional, “mercantil”, no hay emoción. Opino.




PD: La foto está sacada en la Arena de Verona, donde se acude a ver una opera (en este caso Madama Butterfly) como a un partido de fútbol; eso si, en silencio.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigo German : escribo este comentario "como anónimo" por que mi ignoracia de novato aún no me ha llevado a saber poner mi "nombre de usuario" ¿?, ni mi "contraseña". Ya me volverás a emseñar cómo debo hacerlo.
No quiero hacerlo solo respondiendote con otro e-mail".
Allá va.
"Los clientes de la música".
Mal, muy mal, German; me siento degradado como entusiasta y enamorado de la música (no de los ruidos), cuando me tratas de "cliente"; ¡qué vulgaridad!. Tengo la sensación de que tratas a Mozart, Beethoven, Chaiskoski ¿?,...etc., como clientes...

Comparar la sintonía, la sinfonía, la exhalación del virtuosismo individual coordinado por una batuta mágica que impele un alegro ma non troppo; o la exultante profundidad de un contrapunto y fuga...a la par de una "patada que, accidentalmente, enfila tres palos en un patatal...
Por favor, no compares sentimientos con berridos.
Te admiro y envidio por que eres capaz de modular tu voz en sintonía con una Orquesta y/o una Coral que armoniza sentimientos dificilmente descriptibles con palabras habladas o escritas; los berridos de un "estadio fultbolero", son un desdoro a la inteligencia; no me gustan, sin más.
Te emocionas con la música...; hablas de la calidad de la música...
La buena música sale de dentro, de cada uno; los ruidos estan fuera, dificultan la sintonía con el creador; para escuchar buena música se puede hasta ser sordo...
¿O no?.
Mentira podrida; se puede escuchar buena música y disfrutar sentimientos compartidos aunque se carezca del privilegio del directo de la Orquesta y del Coro de virtuosos; es más, creo que tiene más mérito la implicación del pobre solitario que "imagina todo lo que quisieron expresar tanto el creador como los interpretes seguidores de la batuta.
Si sigues hablando de "clientes" en todos los temas y asuntos de la vida, vulgarizas los aspectos más nobles y espirituales de tu realidad.
No huyas de tí, de tu riqueza; no temas expresarte; seguro que te ayudarás y ayudarás a otros dejando que emerjan de tu bagaje espiritual esos sentimientos que arrebatan la creatividad emanada del encuentro y convengencia entre tan diferentes voces, imágenes, creencias y/o convicciones de los colectivos que conformais esos coros...; jamás os compararía con un "equipo de futbol" o con la masa sentada en la grada o palco; por favor...
Dos veces dices que "te emocionas";
¿Sólo?
Espero y deseo que te emciones con más frecuencia, y no sólo ante la buena música.

Germán Gómez dijo...

No me parece una vulgaridad utilizar el termino cliente para hablar de las relaciones entre los músicos y sus auditorios. No acabo de entender el motivo por el que hay que depreciar el término cliente, ¿no se es cliente cuando se va a comer en Arzak?

En cuanto al futbol y la música, comparto tu visión pero entiendo que otras personas puedan encontrar sus mejores emociones en un buen partido, en una corrida de toros, en un concierto de heavy metal o en una sesión de espiritismo. En las plazas de toros y los campos de futbol, las pocas veces que he estado, me divierto más con las reacciones del público que con los protagonistas del sarao.

Sigo pensando que el directo en la música es insustituible. Es más o menos lo mismo que hacer el amor o ver una peli porno.

Gracias por lo que escribes sobre no huir de las emociones, intentaré hacerte todo el caso posible y emocionarme un montón de veces, con música o en silencio.

Lo mismo te deseo JJ.

Anónimo dijo...

Me alegra haberte picado; aún así te veo como dechado de "alternancias" dificilmente respirables: ¿como puedes colocar en el mismo escalón intelectual,moral, costumbrista...etc. "hacer el amor y ver una peli porno"?.
Ah!Yo no rechazo el término "cliente"; lo que no es de recibo es que tiendas a identificar el término con el concepto de "comprador real o potencial".
Segun tu, en ese tu "enfoque" del término cliente, p.e.: "quien asiste y disfruta de un Concierto "gratuito"...ni compra ni paga...¿Es cliente?.
Si sigues usando ese "reduccionismo" del léxico, va a resultar que "todos somos potenciales o reales clientes de la amistad; a eso,no juego.
Otra vez anónimo.Vale.

Mikel Mesonero dijo...

German, compamrto contigo varias cosas,

1. La emoción del directo. Me gusta escuchar música, ni mucho menos soy un experto, no tengo un estilo musical preferido, ni grupo musical preferido. Tengo canciones que me gustan y emocionan, no por la calidad de la música sino sobre todo por los sentimeintos que me evocan. Y me gusta el directo. Pero el directo grabado. Raro que es uno. En este mundo donde el youtube permite que grabes tus propios videos "imperfectos", , prefiero a U2 desafinando en directo que bordándolo en un estudio de grabación.

2. Parece que hablar de clientes está mal visto, ¿qué le vamos a hacer?. Como ocurre con el marketing o la venta es un término vilipendiado. Será cuestión de etiquetas...
3. Respecto al fútbol...Me encanta, claro que si. Lo cual no quiere decir ni que berree, ni que por leer el Marca tenga encefalograma plano, ni que me crea que Ronaldinho es Dios y su palabra es Palabra de Dios. Nada más lejos de la realidad. Pero disfruto, como espectador y como actor. Qué le vamos a hacer...

Germán Gómez dijo...

Que no me guste el fútbol (algo si, aunque no demasiado) no significa que considere energúmenos a sus aficionados, ni que lo considere un espectáculo "inferior". Hay músicas mejores y peores, lo mismo que hay también buenos y malos partidos de fútbol.

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