Olor a vino
Hoy se ha abierto la alhóndiga al público. Después de un montón de obras, un hermoso edificio, aunque te puedes perder en el espacio: ¿estoy en Londres o en Bilbao?
Este lugar me lleva a mi infancia, a unos pocos metros de la casa de mis padres, cuando era entonces un almacén de vino. Pasar por la calle, cerca de cualquiera de sus ventanas, era toda una experiencia. Olor a vino, botellas que se movían en una máquina, embotelladora, camiones con barricas, etc. Lo recuerdo como un espectáculo.
Echo de menos en la nueva alhóndiga algo que me recuerde el espíritu del viejo edificio. Tal vez unos cursos de cata o una tienda de vino, aunque el viejo olor sería tal vez lo mejor.
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