Billy Budd y la capacidad de hacer lo difícil
Mañana estrenamos Billy Budd. Después de un año de ensayos, llega el momento de la verdad. Para un coro como el nuestro, formado por personas que no nos dedicamos al canto de modo profesional, casi todos con otros trabajos, cantar Billy Budd es casi un milagro.
Billy Budd (libreto, obra) es realmente una ópera muy interesante, no solo por la música. Algunas otras óperas tienen libretos que no servirían para la peor función de teatro, pero no es el caso. Una oportunidad interesante, estos días en el palacio Euskalduna (24, 27, 30 de octubre y 2 de noviembre).
Es también un buen ejercicio para analizar lo que sucede con las tareas complejas. La secuencia es casi siempre igual. Momento primero, la decisión “no somos capaces, pero el reto es grande, ¡vamos a intentarlo!”. Momento segundo, pánico “¡cómo nos hemos metido en este lío!, no vamos a poder”. Momento tercero, “ha salido, pero hay muchas cosas que mejorar”.
Es un proceso que se repite, el pánico intermedio nunca llega a mayores pero parecería que todo se va a ir al traste. También las mismas personas las que parecen estar aterradas. Nos deben marcar al nacer si vamos a pertenecer al club de la botella medio vacía o medio llena.
Al final el público (nuestros clientes al fin, que este es un blog de relaciones clientelares) no es consciente de la dificultad ni tampoco a menudo nos valora por lo que a nosotros desde dentro nos agobia, con lo que uno se queda con la sensación de que tanto terror intermedio solo nos divierte a nosotros mismos, no forma parte del espectáculo.
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