La escucha digital
Tanto tiempo insistiendo en la importancia de conversar cara a cara y ahora me encuentro que la mayor parte de los contactos los realizamos a través de pantallas. Un desastre aparente, aunque con el uso he descubierto algunas ventajas de las videoconferencias: se ahorra mucho combustible y tiempo de desplazamiento.
Estos ahorros no son la única ventaja. Las videoconferencias nos permiten interacciones que, de otro modo, no se hubieran producido. Acostumbrados de manera urgente a su uso, podemos contactar con interlocutores y por motivos que no justificarían un desplazamiento físico. Un ejemplo, una reunión con un grupo reducido de clientes, en una sesión corta, para comentar algunas ideas sobre nuevos productos y servicios. Ahora se nos presenta más fácil su realización.
El cambio no es coyuntural y las videoconferencias se quedan formando parte de nuestras vidas. Por ello parece necesario preguntarnos sobre cómo optimizarlas, cómo minimizar los inconvenientes frente a una reunión presencial. Lanzo algunas ideas, surgidas de mi experiencia de estos últimos meses:
- Tener claros los objetivos de la reunión. ¿Para qué nos reunimos? ¿Cuáles son los objetivos de la reunión? Importante tenerlo claro y explicitarlo a las personas asistentes antes de empezar la videoconferencia.
- Trabajar la participación. La pantalla actúa como un freno. La complicidad que se crea al compartir un mismo espacio físico nos anima a comentar, a aportar ideas. En ausencia de este espacio compartido, se hace más necesaria la participación realizando, por ejemplo, rondas de intervención.
- Fomentar la escucha, por ejemplo poniendo en valor los comentarios de las personas participantes a través de la escritura y el dibujo en espacios visibles, al igual que lo haríamos en una reunión presencial.
- Reducir el número de asistentes. Si la videoconferencia se convoca con la intención de generar participación, la imagen de un número elevado de pantallitas en nuestro ordenador no nos anima.
- Acortar el tiempo total. Es más difícil mantener la atención ante una pantalla que ante una o varias personas físicas, con lo que se acorta el tiempo en el que podemos esperar que nos presten atención.
- Planificar y gestionar los tiempos parciales. Tal vez en una reunión presencial nos podamos permitir el lujo de largas disquisiciones. En una videoconferencia, en la que pretendemos acortar el tiempo total y dar la posibilidad de participar a todas las personas, es mucho más necesario si cabe hacer una previsión de tiempos y solicitar mayor concisión en las intervenciones.
- Repensar el modo de presentar nuestras propuestas. En una reunión presencial a menudo presentamos propuestas cerradas, explicaciones en formato monólogo que finalizan con un comentario: ¿Alguna pregunta o duda? Si deseamos activar la participación tal vez tengamos que repensar el modo como realizamos estas presentaciones. Por ejemplo, extractando nuestro mensaje (¿Qué es realmente lo importante?), y dividiéndolo en partes que nos permitan los comentarios cruzados y las reinterpretaciones.
No echemos de menos nuestra situación antes de la pandemia, pensemos mejor en las posibilidades que ahora tenemos, gracias a la tecnología.
1 comentario:
Interesante, Germán.
Yo suelo hablar de escucha digital a estar alerta a lo que se dice de nosotros en la Red en general, a "escuchar" y responder si es preciso. Porque tengo la impresión de que hay mucho púlpito digital, personas que hablan y escriben pero sin oír siquiera.
En cuanto a las reuniones mediadas por tecnología, me parece que hay que considerar esos aspectos que indicas, bastantes de los cuales también valen para reuniones presenciales. Hace unos años escribí una entrada al respecto.
Saludos.
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