martes, junio 03, 2008

Tipos de música



















A mi amigo Delfín le gusta el jazz. A mi también aunque yo más bien debería definirme como un todoterreno musical, me gusta casi todo lo que tenga que ver con sonidos emitidos con alguna coherencia. Delfín propone una cuestión interesante: los músicos que interpretan una partitura no son libres, tienen un camino marcado del que no se pueden salir. El jazz permite la libertad del interprete, lo cual concede a este tipo de música un valor especial.

Poco después de esta conversación leo en el blog de Julen una contestación de Guillermo que afirma que las orquestas necesitan un director, sin el cual no es posible la música. Vaya, precisamente el argumento contrario. ¿dónde estará el punto de equilibrio?.

Yo conozco el mundillo de la música clásica por dentro, y tengo la sensación de que algunos músicos profesionales son como funcionarios autómatas, tocan lo que les corresponde sin el menor atisbo de emoción. Tal vez sea injusto con ellos, pero esa sensación me transmiten. Una sensación imposible de percibir en un músico de jazz. También conozco el caso contrario, músicos para los que la partitura no es en absoluto una limitación de su expresión.

Pero también es cierto que el jazz está limitado. Habitualmente, los músicos de jazz improvisan de uno en uno, primero el saxo, luego el piano, ... no es lo mismo un grupo de tres que otro de treinta. Improvisar entre treinta es muy complicado y las grandes bandas de jazz acaban siendo orquestas con partitura y director.

Conclusión aparente: un proyecto complejo requiere una dirección mientras que un proyecto simple se puede realizar dejando mayor libertad a las personas. ¿Es realmente así o puede haber proyectos complejos sin dirección, basados en la iniciativa individual?.

No es fácil buscar ejemplos de este tipo de proyectos, o por lo menos yo no los conozco. Tal vez las nuevas tecnologías lo permitan. Es en todo caso un objetivo realmente interesante: proyectos complejos sin dirección.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Acabo de comenzar un libro que me recomendó "Alorza", de Administraciones en Red, tiulado "La araña y la estrella de mar". Su tesis es precisamente que las organizaciones sin mando son una fuerza imparable que está transformando el mundo. ¿Ejemplos? Al Qaeda, P2P, la propia blogosfera, .... Tiene buena pinta.

Anónimo dijo...

Hay muchas personas que cuando escuchan jazz, les asalta inmediatamente el deseo de oír música (de otra, se entiende). No es nada extraño, pues se apoya en un universo de claves sonoras y socio-históricas que nos resulta generalmente ajeno a los habitantes de los primeros apartamentos de la humanidad.

La mitología de los ajenos al jazz postula que lo que le caracteriza es la improvisación. Esto es sólo una verdad a medias. Es imposible que una banda de jazz interprete algo sin "agenda". Lo no que no hay es una "hoja de ruta" tan estricta como ocurre en la música clásica.

Esa agenda jazzisistica ofrece muchas analogías interesantes con lo que dice el amigo Germán y con culturas posibles de las organizaciones. Sólo tres ejemplos formulados esquemáticamente:

-En esa agenda figura siempre el objetivo final: interpretar Summertime por ejemplo, aunque el proceso de fabricación del mismo dependerá de las cualidades de los intérpretes. La partitura es la excusa que facilita la expresión de los interpretes, y el respeto a la misma es más que relativo.
-Si alguno de ellos tiene buena ideas durante este proceso, su swing (¿ritmo? esta palabra es intraducible), arrastrará al resto del grupo.
-Todos tienen derecho a un solo, mientras son arropados por el resto de la banda.

Del vínculo a la tribu, de sus ritos y celebraciones, del flamenco, los gitanos y sus fiestas, del tambor perdido en la Guerra Civil Norteamericana y del fliscornio de Armstrong, hablaré otro día. Amenazo.

Ah, por cierto, un consejo para aficionados a los todo-terrenos: comprad uno con el label jazz. Ningún otro ha acreditado tanta capacidad de mestizaje con todos los paisajes musicales imaginables. Los modelos y precios son virtualmente infinitos. Es complicado no encontrar uno que se ajuste a las necesidades del cliente. Sólo basta con darle una oportunidad a ese extraño sentido del ritmo y la armonía...

El amigo Delfín

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

Es que cuando no hay dirección no se sabe exactamente lo que va a pasar. Y esa es la gracia de todo esto. Que entonces las personas se ponen a dar lo que tienen dentro. Un placer.

Germán Gómez dijo...

Todo esto me recuerda una cuestión: las cadencias. La cadencia es una parte de un concierto (es más cosas, ver wikipedia) que el solista interpreta improvisando. Esto pasaba en el siglo XVIII pero en el XIX se escribieron partituras de las cadencias más famosas, con lo que dejaron de improvisarse.
A veces preferimos cerrar el camino porque pensamos que algo bueno del pasado es mejor que lo desconocido.
Habrá que reivindicar el fracaso.

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